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Jess Parker, modelo andrógino made in Chile.


¡Que flaca! ¡que gorda! ¡que fea! ¡que hermosa! muy poco maquillaje o un exceso, muy pobre de peluca o demasiado pelo. Si algunas no bailan otras se mueven mucho.

Hace 7 años que trabajo como transformista de espectáculo y cada cierto tiempo me pregunto si en el ambiente laboral en el que me desenvuelvo se puede trabajar y disfrutar del trabajo personal valorando también los logros y el esfuerzo ajeno o, en un algún caso, si es posible la construcción de una crítica seria que esté a la altura de los deseos de profesionalizar el transformismo para generar mejores condiciones de trabajo, partiendo por nosotros mismos.


Mi nombre es Jess Parker y el último tiempo también he incursionado en el mundo de la moda como modelo andrógino, un concepto que en un principio me era absolutamente desconocido pero que hoy ha pasado a ocupar un lugar principal en mi vida laboral y artística. Además, tuve la oportunidad de ser una de las 17 chicas que participó en el programa The Switch, el primero íntegramente dedicado al transformismo en Chile y que buscó dignificar este arte pero, por sobretodo, logró acercarlo al televidente común, ya que aún cuando la dignidad del transformismo tiene una historia que antecede cualquier versión televisiva, este ha permanecido oculto durante mucho tiempo o, más bien, acotado a sus límites de espectáculo nocturno sin la transversalidad ni la posibilidad de expandirse a un público como el que la televisión pública permite.



Estar en un programa de televisión fue una experiencia que nunca olvidaré. Conocer a grandes artistas y trabajar junto a ellos es algo que uno siempre debe agradecer, pero la mayor suerte de todas fue tener la posibilidad de trabajar junto a buenas personas, gente maravillosa que aún conservo en mi vida. Quiero destacar la relevancia de esto, enfrentados, como estábamos, a la poca tolerancia que aún abunda en el país y que sigue siendo una tarea pendiente como sociedad, más aún cuando la intolerancia de ciertos grupos se magnifica como respuesta a un medio de comunicación tan popular como la televisión.


Tan necesario fue, primero, el respeto entre nosotros mismos para enfrentar reacciones que más o menos intuíamos, que luego el trabajo de enfrentar al otro, al que no conoce lo que nosotros conocemos, al que desconoce nuestro medio, se hizo mucho más fácil, o al menos ya pudimos enfrentar la situación sintiéndonos menos solos.


Amo lo que hago, amo las luces, amo los flash, amo las cámaras, amo las sonrisas, amo los aplausos, y sé que ellos también me aman a mí, así como también aman a cada persona que tiene el coraje de plantarse sobre un escenario, una pasarela, frente a una cámara, o cualquier forma de exposición frente al público.



Pienso que el artista del espectáculo muchas veces incorpora un concepto de competencia errado. No es frente al otro con quien se compite, o no debiera serlo. En una actividad multidisciplinaria como la nuestra, la variedad de formas de trabajo artístico deben imponerse y plantarse sobre uno mismo, y el otro, el que malentendemos como competencia, debiese ser más un referente, un modelo, o por lo menos un promotor de un trabajo que solo debe mejorar, cuestión que nos conviene a todos.


Cada vez se me hace más difícil entender la hostilidad en algún camarín, la frivolidad con la que algunos confunden el humor con una forma de matonaje, y malentienden la crítica personal con la profesional. El triste premio de todo esto se puede ver al instante, ni siquiera aplica el refrán pan para hoy y hambre para mañana cuando la mala onda es tan gratuita y absurda que ni para el pan de hoy da.

Nuestra forma de trabajo se da a conocer y hoy las condiciones laborales son un poco mejor que las de antes, este arte se ha vuelto más reconocible y cercano a la gente y esto me toca vivirlo a diario.


Me preocupan las nuevas generaciones y también si nosotros podremos estar a la altura de ellos, de nuevas generaciones más tolerantes, igualitarias y solidarias, de las nuevas generaciones que son cada día más organizadas para conseguir sus objetivos en comunidad, que parecen ser menos individualistas y más exigentes que las de antes. Deberíamos empezar a preguntarnos cuál es el papel que nos concierne en la salud de nuestras relaciones laborales, cuánto hemos contribuido a lo bueno y lo malo que nos ha tocado vivir en este medio. La dignidad de nuestro trabajo nunca estará en duda si nosotros mismos nos ponemos a la altura de todos aquellos que han contribuido a mejorar este arte y que entendieron, quizás errando, que lo que no es para todos siempre será para nadie.



Produccion:

1ra fotografía Noli Provoste / maquillaje y peinado marcelo bhanu

2da fotografía Andrés cabezas / maquillaje y peinado Daniela Fernanda salas

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